Sesión 4 – La derrota.
Vámonos átomos…venga vamonos…
Los Simpsons
Una vez descansados y puestos al día de la situación del reino, recibieron la noticia que el pueblo superviviente y leal al Rey, estaba huyendo por mar a través de las rutas comerciales en barcos aliados como polizones a tierras lejanas al otro lado del mundo.
Para poder huir, debían de llegar a la ciudad portuaria más cercana e infiltrarse como como polizones en uno de los últimos barcos dispuestos a ayudarles. En la ciudad tendrían que buscar su contacto y este les infiltraría como parte de la tripulación de uno de esos barcos mercantiles.
El tiempo apremiaba, así que se prepararon para el viaje y empezaron la travesía por caminos secundarios hasta la ciudad. Fué una buena idea la de ir por esos caminos, ya que evitaron a las patrullas hostiles y únicamente se toparon con débiles bandidos que despacharon fácilmente.
Ya en los alrededores de la ciudad, tuvieron que sortear a los controles de las entradas dejando atrás el carro y las pertenencias más básicas necesarias para el viaje. Ya no las necesitarían más.
El tiempo se les echaba encima, aunque llegaron a tiempo aun tenían que encontrar el contacto. Por suerte para el grupo, el clérigo consiguió la información necesaria gracias a una charla con el obispo de la ciudad, explicandoles la persona que estaban buscando era el dueño de un local muy selecto y exclusivo para los altos rangos militares y nobles de la ciudad. Solo con una invitación y vestidos adecuadamente podrían llegar a entrar en dicha posada. Con un poco de persuasión por parte del clérigo, consiguió el obispo le cediese una invitación especial reservada para los cargos superiores eclesiásticos.
Con invitación en mano y bien vestidos, al anochecer accedieron sin problemas al local, pudiendo contactar con su contacto el cual les explicó que solo había certificados de marinero suficientes para una parte del grupo. Los que no tuviesen un certificado, serían transportados al barco dentro de unos barriles desde los almacenes privados que tenía el contacto en el puerto. Partirían al alba.
Durante la noche estuvieron escondidos en en una red de tuneles utilizados por los contrabandistas principalmente , que permitían llegar a los rincones más inhóspitos de la ciudad.
Al alba, los personajes que se habían adjudicado un certificado, se pusieron manos a la obra con el resto de la tripulación para cargar las últimas mercancias antes de partir. En uno de esos bultos irían el resto de aventureros sin los documentos que les abalaban como miembros de la tripulación del barco en el que iban a huir.
Con toda la carga lista el barco zarpó poniendo rumbo a la libertad prometida. Pero cuando ya se veían a salvo, los barcos de guerra que controlaban la salida del puerto hacía alta mar, les cortan el paso y tomando una posición de combate les empiezan a disparar sin previo aviso. No era un control rutinario sin más. Alguien los había delatado…